Y lo primero es dar las gracias al dueño, David, por dejarme hacer las fotos y tener paciencia mientras las hacia, que tardé un rato.
Empecemos por un cuadro pintado por el artista Miguel Ángel Laguna Villalobos, que preside la subida a las habitaciones. Y creo que el artista también colaboró en la construcción y decoración de la casa.
La casa tiene ocho habitaciones, cada una con un encanto especial.
Pero todas acondicionadas con todo lujo de detalles.
Y cuidadas hasta el último rincón.
Las habitaciones pueden ser de matrimonio, con dos camas o individuales. Y creo que en alguna que especialmente grande se pueden poner camas supletorias.
Los detalles y los adornos están por todas partes, así que hay que estar atentos para no perdérselos.
Los aseos también están decorados muy acorde con el ambiente de la casa labriega.
Antiguos lugares de trabajo han sido transformados en estancias muy acogedoras.
Cualquier rincón invita al descanso y la tranquilidad.
La casa está llena de aperos y utensilios de labranza, llenos de recuerdos y de historia.
Hay detalles con mucho gusto.
Desde este balcón se puede ver el patio, que no hay perder la oportunidad de hacerlo.
Y ver las herramientas que se utilizaban en el trabajo del campo.
Este es el salón de reunión, que invita a la tertulia y muchas veces a la espera.
Salón para los desayunos, abierto recientemente y que está presidido por el escudos de Chinchón.
En esta casa te puedes fijar en los detalles...
...o en el conjunto, pero cualquier cosa te gustará.
La joya de la casa es el patio porticado con las columnas de un palacio que está lleno de historia, que el dueño estará encantado de contarla.
Seguimos con joyas...
Y todo lleno de plantas, cuidadas por el abuelo y la abuela del dueño, personas encantadoras.
En la recepción no podía faltar el buen gusto.
La fachada de la casa.
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